Por fin me uno al reto de mi muy querida Marga de Azafranes y Canelas, #elpanperfecto. Ya llevan un par de meses en marcha, pero no había encontrado el modo de subirme a esta iniciativa. Me gusta hacer pan en casa, aunque no lo haga cada día, me produce muchísima satisfacción el simple hecho de amasar, de ver los resultados que se consiguen con unos ingredientes tan sencillos.
Hoy es el turno de la focaccia y, dado que no tenía ninguna receta publicada en el blog, me he decidido por una receta simple y más básica, que luego nos vaya a servir como punto de partida para otras recetas más elaboradas.
La focaccia es un puro pan de supervivencia, que se realiza con ingredientes muy sencillos y al que luego se le puede añadir un "topping" que vaya variando aromas y sabores. Tradicionalmente su origen se establece en la ciudad de Génova, capital de Liguria, en el noroeste de Italia, aunque probablemente ya los griegos y etruscos preparaban este tipo de panes.
La historia cuenta que durante la tercera cruzada, los habitantes de Recco se vieron obligados a refugiarse tierra adentro debido a las constantes invasiones sarracenas y, por tanto, echaron mano de los productos más sencillos, los que conseguían en aquella época de penurias. También se cuenta que durante la Edad Media el perfume de las focaccias impregnaba todas las calles de Génova y, tan aficionados eran sus habitantes a degustar estas delicias, que el obispo tuvo que prohibir su consumo ¡¡en el interior de las iglesias!!
En fin, historietas aparte, no me extraña a mí que los genoveses fuesen tan aficionados, porque en mi casa triunfó total y absolutamente... El exterior es crujiente, el interior tierno y delicado... El romero que yo le puse, podéis sustituirlo por otras hierbas aromáticas, e incluso ponerle otros ingredientes como aceitunas verdes o negras, tomates cherry, queso...
Focaccia {de romero}
Ingredientes:
Para la masa:
- 470 g de harina.
- 230 g de agua.
- 12 g de sal.
- 5 g de levadura de panadería liofilizada.
- 115 g de leche.
- 16 g de azúcar.
- 45 g de aceite de oliva.
Para poner por encima:
- romero fresco {o seco si no tenéis, como me ha pasado a mí}.
- sal en escamas.
- 40 g de aceite de oliva.
Preparación:
1. En un bol mezclar la levadura liofilizada y el azúcar. Mezclar. Añadir la leche y el agua ligeramente templadas. Incorporar la harina y mezclar hasta obtener una masa lisa y sin grumos.
2. Incorporar la sal y el aceite. Volver a amasar.
3. Poner la masa con cuidado en un bol engrasado con aceite. Es una masa bastante hidratada, pero no debéis incorporarle más harina, porque luego al hornear quedará menos esponjosa la focaccia. Cubrir el bol con papel film y dejar reposar en un lugar cálido durante unas 2 horas, o hasta que haya doblado su volumen.
4. Untar una bandeja de horno o molde rectangular con aceite (de unos 35x28 cm) y poner en ella la masa, extendiéndola suavemente con los dedos. Dejar reposar de nuevo, durante aproximadamente 1 hora.
5. Precalentar el horno a 180ºC, calor arriba y abajo.
6. Formamos unos hoyuelos en la masa, con ayuda de los dedos engrasados. Vertemos por encima el aceite, el romero y unas escamas de sal.