Galette de tomate y calabacín

No tengo remedio. No esperaba tenerlo a estas alturas de mi vida, claro, pero sí que esperaba empezar a enderezarme, al menos un poquito... Aquí donde me veis, soy el caos personificado. Salto de una cosa a otra, sin más ni más,  sin coordinación ni premeditación. 

Prometo que, desde hace años, me obligo a mí misma a intentar ser organizada. Hago listas "de tareas pendientes", ordeno una y otra vez mi entorno... Es imposible, creo que llevo dentro a un cimarrón salvaje, imposible de domar... Intento establecer horarios, rutinas, orden y concierto; y al mismo tiempo me empeño en saltarme las previsiones.

Además, me encanta la gente que es capaz de establecer parcelas en su vida diaria. De 8 a 4 soy secretaria de dirección. De 4 a 10, madre y esposa. Los sábados, amiga de mis amigos. Los domingos, no soy nada, que es día de descanso. Yo no puedo hacer eso. Soy más del tipo huracán que arrasa por donde quiera que pasa. Para que os hagáis una idea, como un plato de espaguetis, vas tirando del espagueti, y te van saliendo cosas así a lo loco, sin ningún orden preestablecido. Soy toda yo al mismo tiempo, cuando atiendo a mis niños, cuando cocino, cuando trabajo y cuando escribo las entradas de este blog. 

El verano es aún peor, porque ni siquiera tengo que avenirme a los horarios establecidos por los coles de los niños. Así que vamos y venimos un poco a nuestro aire, disfrutando de la vida a sorbitos, que es como hay que disfrutarla, sin darse atracones, y sabiendo que, dentro de nuestro caos, está nuestra felicidad.

Y si una cosa buena tiene el verano es que la huertita de mi madre está llena de cositas ricas, a las que hay que buscarle salida... Verduritas crecidas al sol, sin ningún tipo de pesticida, que da gloria verlas, y más gloria da comerlas. Así que hoy, nos damos un homenaje con esta galette rellena de verduras de la huerta, verduras de verano, junto a una cebollita caramelizada, es impresionante. A esta galette, si queréis, le podéis poner un poco de queso, feta por ejemplo, que le quedará de vicio. Yo, que no se lo puse, porque ya sabéis que el queso y yo no somos grandes amigos... (Si no habéis leído la entrevista que me hizo Tito en Las Salsas de la Vida, no podéis perderos tantos secretos desvelados así, de repente).

Disfrutad de esta galette, del verano, de las verduritas ricas y sanas, del caos (¿por qué no?)... y yo, volveré, en el momento menos pensado, con alguna otra receta, con alguna nueva divagación.


Galette de tomate y calabacín

Ingredientes:
  • 1 lámina de masa quebrada {ya comprada}.
  • 150 g de cebolla en juliana.
  • 1 cucharadita de azúcar moreno.
  • 2 cucharaditas de mostaza de Dijon.
  • 1 calabacín mediano.
  • 1 tomate grande y carnoso.
  • sal.
  • pimienta.
  • 1 yema de huevo.
  • aceite de oliva.

Preparación:

1. En una sartén caliente con un chorrito de aceite de oliva, sofreímos las cebollas en juliana a fuego medio. Cuando empiecen a tomar color y a ponerse blanditas, le ponemos unas arenitas de sal y la cucharadita de azúcar moreno. Bajamos el fuego, y las dejamos que se sigan pochando, hasta que tengan un bonito color dorado y estén bien caramelizadas. Reservamos.

2. Cubrimos nuestro molde {yo uso uno de tartaleta, con la base desmontable} con la lámina de masa quebrada bien centrada. Sobre la base, extendemos la mostaza de Dijon, procurando llegar a todo el fondo. Por encima de la mostaza, repartimos nuestra cebolla caramelizada y ya fría.

3. Cortamos el calabacín y el tomate en láminas finas, procurando que nos queden aproximadamente del mismo grosor. Las mías tenían unos 3 mm, aproximadamente.

4. Colocamos las rodajas de calabacín cubriendo todo el fondo, por encima de la cebolla caramelizada. Salpimentamos.

5. Encima colocamos las rodajas de tomate. Le ponemos un poquito de sal y aceite de oliva por encima.

6. Doblamos los bordes de la masa hacia adentro, este acabado rústico es lo que caracteriza a las galettes. Pintamos los bordes de la masa que cubren la tartaleta con la yema batida.

7. Introducimos en el horno {precalentado a 180ºC} durante unos 30 minutos. Cuando esté bien dorado y crujiente, retiramos del horno, y dejamos templar.

8. Servir templado o a temperatura ambiente.


Fuente de la receta: Foodie Crush

Montse Nosinmitaper

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