Estamos ahí a un pasito de las vacaciones de Carnaval. El "Entroido" que le llamamos aquí en Galicia, es una fiesta muy popular. Pero yo soy una tía rara. A mí no me gusta disfrazarme, me da muchísima vergüenza. Diréis, pues vaya tontería, si total vas con una máscara y nadie te va a conocer... Pues, chica, ya de niña me daba vergüenza... 

Lo único que me apasiona del Carnaval, fíjate tú qué raro, es el aspecto gastronómico... La bomba aquí es calcarse un cocido como Dios manda, así con sus grelos, su lacón, su cacheira (la cabeza salada del cerdo), su costilla salada, su carne de ternera, sus patatas... Terrible, lo que están oyendo, señores. Es el cocido una de esas comidas fantabulosas en las que todo tiene cabida... Y después están los postres típicos: las filloas saladas o dulces, las orejas de Carnaval... Un no parar. 

Estos días iremos hasta el pueblo a pasar el fin de semana (sólo los niños tienen vacaciones hasta el miércoles de Ceniza), a ver si aprovecho para poneros unas fotitos, que es un sitio precioso, Ponte Ulla, en la provincia de A Coruña, cerquita de Santiago de Compostela. 

Como podréis imaginar, con toda esta bacanal gastronómica por venir, estos días nos estamos tomando con calma el asunto en casa. Bueno, con la calma que una puede, porque me empeño en cocinar todo lo que cocinan mis compis blogueras, que todo me gusta, y así no se puede continuar.

Esta receta que os presento hoy es mi debilidad hace mucho tiempo. Hubo una época en que dejé de hacerla, ya sabéis, niños y espinacas resultan complicados de conciliar, igualito que la vida laboral y familiar.

Ahora que los piojos se van haciendo mayores, se les va pasando la alergia al verde, y puedo ir recuperando algunos platos que solía hacer en el Pleistoceno, antes de los niños. 

Me rechiflan los canelones. Os habréis dado cuenta, porque esta es la tercera receta de canelones que pongo. Ya tenéis por ahí unos Canelones de Pescado y Marisco y unos Canelones de Carne. Ahora tocan unos mayormente vegetales, el bonito se lo podéis quitar, si sois vegetarianos. Y seguramente caerá alguna otra receta de canelones, es que me gustan mucho. Espero que los disfrutéis tanto como yo, que no os dé pereza, que el resultado merece mucho la pena. Ahí van!

Canelones de espinacas y bonito

1. Ponemos a remojo las placas de lasaña, o las hervimos, según instrucciones del envase.

2. Sofreímos con un poco de aceite la cebolla y el ajo picados durante unos 5-7 minutos. Una vez que están blanditos, le añadimos las espinacas sin descongelar, y dejamos que se vayan descongelando poco a poco en la sartén, se irán cocinando al mismo tiempo. Añadimos sal, pimienta negra y nuez moscada.

3. Cuando ya las espinacas están descongeladas y calientes, añadimos el bonito desmenuzado y las nueces bien picaditas. Le damos un par de vueltas en la sartén para mezclar todo bien.

4. Disolvemos la cucharadita de maizena en el medio vaso de leche y lo añadimos a las espinacas. Esto nos servirá para que el relleno de nuestros canelones quede bien ligado.

5. Reservamos el relleno hasta que esté templado, mientras podemos hacer la salsa Aurora, que no es más que una salsa bechamel con tomate. Os dejo aquí la receta de Las Salsas de la Vida.

6. Cubrimos el fondo de una fuente apta para el horno con un poquito de salsa de tomate. Vamos rellenando los canelones y colocándolos en la fuente. Una vez están todos los canelones hechos, los cubrimos con la salsa Aurora, y espolvoreamos con queso rallado por encima.

7. Gratinamos 3-4 minutos en el horno, hasta que el queso esté ligeramente dorado.

¡Y no nos queda más que disfrutar de este rico plato!